Biografía de la heroica botella

Su vida inició como un tallo de caña de azúcar, en un desconocido lugar del valle del Río Suárez, entre Boyacá y Santander. Allá, entre los verdes y altos tallos de la caña, se iba produciendo la savia sagrada que tendría carácter histórico, aunque no lo esperara. Al cabo de algunos meses, en los que aguantó la lluvia torrencial de los trópicos, el sol quemante de Barbosa, las frías noches de todo lo que tiene que ver con Boyacá, y los embates de fungicidas, herbicidas, insecticidas y hasta matricidas (?), la vida del campo fue segada por el implacable filo de la guadaña. Una parte se convertiría en panela, otra parte en etanol para motores, algunos de esos tallos se reservaron para dar más caña, y el tallo que nos interesa se fue con otros muchos a la planta de la Licorera de Boyacá en Moniquirá.

En dicha planta, la savia sagrada fue extraída del bagazo (relación completa con los vagazos que habrían de consumirla) y puesta en un autoclave a cocer, se dejó fermentando algunas semanas y fue finalmente destilada para extraer el alcohol, y mezclada con múltiples productos de la madre tierra, como anís y agua. Y esta mezcla se embotelló, se llevó a Tunja y se dejó en un anaquel desconocido, hasta que un bestiarista la vio. Y quedó prendado de ella, y se dijo a sí mismo "sería buena para la reunión del viernes". Y dijo que era bueno, y la llevó a la reunión del viernes, y ese fue el día cuarto (?).

Llegó el viernes, y la botella recibió su turno en la nevera donde todos los tragos esperaban por su hora importante: la de ser destapada y consumida. Ay de ellos, si supieran la calaña de los que degustarían su contenido! Como tal, los aguardientes, ron, Martini, whisky y cervezas que se guardaban en el frigorífico eran consumidos uno por uno, ora en bajas cantidades, ora con celeridad. Y la botella heroica fue rezagada, y su futuro pintaba para ser parte de la nevera, junto al tomate y el jamón.

Pero el destino tenía reservados grandes designios para esta botella bendecida, y su predestinación llegó de manera inesperada: las hordas que se intentaron adueñar del centro del ágape se hicieron presentes, y la negociación de parte de aquellos que intentaron controlarlas iba a ser en vano. Así, a aquel bestiarista que hospedaba el centro del ágape, le dio un chorro de lucidez, en la forma de una idea: "entreguémosle la botella a las hordas salvajes y embrutecidas". Y así se hizo: se les entregó la botella a las hordas salvajes y embrutecidas, lideradas por un fantoche en traje blanco que estuvo cerca de arriar la madre y coger a puños al tercero al mando de la negociación. Y el líder de las conversaciones dio la botella, y el hospedador del centro del ágape los despidió. Y así, la botella fue ensalzada con su destino.

A partir de acá la historia se torna nebulosa. Se dice que la botella sacrificó su vida para felicidad de las hordas, quienes consumieron su contenido; y de los bestiaristas, quienes pudieron proseguir su ágape. Por eso, quiero con esta entrada hacer honor y gloria a la heroica botella que dio su vida por la protección nuestra. Y sólo se puede terminar esto con una palabra: salud!

N. de la R.: mucho ladrillo (?)

 

3 comments so far.

  1. Alejandro_arq 18 de mayo de 2008, 12:57
    excelente.............esa es toda la verdad y nada mas que la verdad de lo que ocurrio ese dia.

    salud por la heroica botella de ''sacachibchaquellevodentro'' que dio su vida para salvarnos!
  2. Anónimo 18 de mayo de 2008, 13:05
    Salud!

    tal cual, esa heroica Botella es la heroina Inconmensurable del Bestiario.

    Salve a ella, do quiera se encuentre.
  3. Anónimo 30 de mayo de 2008, 11:23
    No era de líder, era de antioqueño.
    igual, la horda era una horda. Mea culpa.

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